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ALMA LOJANA

El tema "Alma Lojana", es una de las canciones más representativas de la ciudad de Loja, fue escrita por Emiliano Ortega  y es considerada una pieza literaria de gran fuerza lírico – sentimental, este poema fue musicalizado por el compositor Cristóbal Ojeda Dávila.


LETRA: EMILIANO ORTEGA ESPINOZA
MÚSICA: CRISTÓBAL OJEDA DÁVILA

ALMA LOJANA

A ORILLAS DEL ZAMORA TAN BELLO
DE VERDES SAUCEDALES TRANQUILOS
CAMPIÑA DE MI TIERRA RISUEÑA
CASITA DE MIS PADRES, MI AMOR
TRISTEZAS DEL RECUERDO ME MATA
CASITA DE MIS PADRES, MI AMOR
A ORILLAS DEL ZAMORA
COMO TE AÑORA MI CORAZÓN

SINO CRUEL, HOY EN EXTRAÑOS LARES
BOGO EN LOS MARES DE LA AFLICCIÓN
SINO CRUEL, SOBRE LAS RECIAS OLAS
BOGANDO A SOLAS VA MI DOLOR

¡OH DOLOR!, EN DONDE ESTÁ LA MADRE
LA BUENA ANCIANA TODA DULZOR.
OH DOLOR EN DONDE ESTÁ EL ENCANTO
DE AQUEL PRIMERO Y  FERVIENTE AMOR

CUANDO RETORNE LLORANDO DECEPCIONES
EN POS DE UN SENO EN DONDE SOLLOZAR
TAL VEZ LA MUERTE TODO LO HAYA BORRADO
SERES EXTRAÑOS MI LOJA HABITARÁN
SÓLO EL ZAMORA CONMIGO LLORARÁ

TAL VEZ LA MUERTE TODO LO HAYA BORRADO
SERES EXTRAÑOS MI LOJA HABITARÁN
SÓLO EL ZAMORA CONMIGO LLORARÁ

1929



HISTORIA DE LA CANCIÓN

LA MÚSICA: Inicialmente fue creada en el año 1928 (22años) y grabada sin letra (instrumental). Cristóbal Ojeda Dávila compositor quiteño, vivió en Loja entre 1927 y 1930, donde se desempeñó como maestro de baile del Colegio Bernardo Valdivieso y se alojó en la casa del Sr. Luis E. Eguiguren quien comentó el motivo por el que Ojeda fue a vivir a dicha ciudad. "Debido a ese especial espíritu de los artistas de conocer temporalmente un lugar y con mayor razón por la referencia que tenía de algunos amigos residentes en Quito, que Loja era cuna de buenos músicos y que la vida era un tanto bohemia, apacible y tranquila". (de Quito a Loja por entonces, se tardaba más de 20 días en el viaje).

También se dice que en su infancia hubo una tragedia familiar que le acongojó y le llenó de pena, motivo por el que el valorador de su capacidad musical Sixto M. Durán, apoyó la idea del viaje.

Un buen día se encontró el creador Cristóbal Ojeda Dávila con el Dr. José María Bermeo, a quien emocionado le comentó: "He compuesto anoche el pasillo más lindo que quiero ejecutarlo para que lo oigas, su nombre: Alma Lojana".

LA LETRA: El pasillo Alma Lojana tiene dos letras, la primera (Orillas del Zamora tan bellas…) letra regional de Emiliano Ortega y la segunda "Alma lejana" (No importa que te ausentes de mi…) letra posterior comercial del "Paisa" colombiano Libardo Parra Toro.

La más bonita y conocida es del poeta Emiliano Ortega, quien en una de sus últimas entrevistas concedidas al Dr. Adolfo Coronel Illescas, en 1972, nos cuenta cómo nació la letra de Alma lojana: 

"…era el mes de octubre de 1929, como profesor del Normal Manuel J. Calle residía en la quinta 3 de noviembre en Cuenca, tenía como huésped de mi casa a un primo de mi esposa, Pablo Alvarado J., quien una mañana llegó con un disco y me dijo: Voy a poner en la victrola esta maravilla, óigala con atención, porque no me iré de Cuenca si Ud. no me da la letra para hacerla cantar en nuestra Loja. En la noche arrullado por el Tomebamba, en la soledad de mi cuarto, me puse a soñar estudiando motivo por motivo y secuencia por secuencia con el auxilio del disco, el encantador pasillo. La fuerza de un "sino cruel" me tenía lejos de mi ciudad natal. La letra pues no podía ser sino recuerdo, nostalgia, añoranza, saudade suspiro de pena. Vi con mi imaginación, la casita de mis padres, más debajo de la unión de nuestros ríos y en una pequeña elevación, desde donde contemplaba mi niñez las orillas de mi río con sus verdes saucedales tranquilos; y recordé mi casita de adobe y recordaré a mi santa madre y a mi primero y ferviente amor. Así con mi mente en Loja, escribí. A la mañana siguiente entregué mi poema a Pablo Alvarado Jaramillo, puso el disco y fue el primero que lo cantó. Me dio varios abrazos y salió apurado a la ciudad a publicarlo en el diario "El Mercurio", como luego tuvo que viajar a Loja lo publicó en "El Heraldo del Sur" y envió ejemplares a sus amigos de Guayaquil y Quito haciéndole una gran propaganda…."

¡Por qué aquello de "seres extraños mi Loja habitarán" que dice al final de su poema!, pregunta el Dr. Coronel.
El poeta responde: con toda sinceridad le narraré una especie de visión que tuve esa noche. Nuestro Presidente Isidro Ayora - en ese entonces pensaba dar a Loja la tan anhelada salida al mar con la carretera que hoy lleva su nombre, pensé que pronto llegaría el tiempo en que no podríamos decir: "Duerme Loja sin tristes desvelos", pues las vías de comunicación, los aviones tan soñados por mi amigo Lautaro V. Loaiza, librándonos del secular aislamiento, producirán el éxodo de la juventud lojana que iría muy lejos a buscar nuevos horizontes y al contrario llegarían de todas partes nuevos habitantes a mi ciudad…. concluye.
La letra del pasillo fue dedicada al sentimental artista Cristóbal Ojeda Dávila desde las columnas de "El Mercurio" de Cuenca en octubre de 1929.


...

Historia de la canción Vasija de Barro

Vasija de Barro es uno de los himnos de este país y por ende un símbolo nacional.


Esta es su historia y la canción original: texto extraído del libro "Gonzalo Benítez: tras una cortina de años."


Me encontré en la calle Guayaquil con el Oswaldo Guayasamín y nos invitó, pues, a una reunión en su casa para el viernes siete de noviembre de 1950 a las siete de la noche; pero recién podíamos ir después de la Radio a las nueve y media. “A la hora que quieras”, me dice, “y por favor invítale al Valencia”.

Así que fuimos a donde el Oswaldo, pero no tenía la casa de ahora sino que vivía donde el papá, al frente de la Basílica. Llegamos como a las diez y media y les encontramos ya medios avanzados. Fuimos con una guitarrita mía que después rompió el Valencia en una reyerta. No ve que le prestaba mi guitarra para sus serenatas; así, que él se había defendido con la guitarra y me entregó el mango no más...


En la fiesta había unos 80 invitados entre poetas, pintores y alumnos de la Escuela de Bellas Artes de La Alameda. Ahí nos pidieron que cantemos y después del canto ya se hicieron grupos, así es que me fui a donde tomaban menos y el Valencia se fue a donde estaban dándole duro.


Ahí le veo al Jorge Carrera Andrade que estaba ilusionado con un cuadro del Oswaldo llamado El Origen. El cuadro estaba todavía fresco y hasta me manché los dedos. En la pintura había una vasija de barro y, dentro de esta, unos esqueletos pequeños, de niños. El Oswaldo explicó que los Incas enterraban a sus familiares dentro de la vasija junto con alimentos. Se impresiona el Jorge Carrera y le vemos que se va a la biblioteca, coge un libro y en la contratapa escribe una estrofa:



Yo quiero que a mí me entierren
como a mis antepasados
en el vientre oscuro y fresco
de una vasija de barro.

Nos impresionó a nosotros también... Cuando en eso coge el libro el poeta Hugo Alemán y debajo escribe otra estrofa:

Cuando la vida se pierda
tras una cortina de años
vivirán a flor de tiempo
amores y desengaños.

Y para susto de todos coge el libro el pintor Jaime Valencia que escribe un cuarteto muy lindo:

Arcilla cocida y dura
alma de verdes collados
barro y sangre de mis hombres
Sol de mis antepasados.

Entonces cogí el libro porque dije a mí me toca poner alguna cosita, cuando en eso me arrancha el Jorge Enrique Adoum y me dice: “Ve vos después cantarás”. Cogió el libro, corrigió cosas y puso la cuarta estrofa:

De ti nací y a ti vuelvo
arcilla, vaso de barro
con mi muerte yazgo en ti
de tu polvo apasionado.

Terminado eso, se dieron las vueltas, nadie sabía quién iba a poner música, qué se iba a hacer con la letra. Serían las doce y media. Cuando le veo al Jorge Carrera Andrade que se acerca donde mí con el libro. Entonces me dice: “Vea Gonzalo, esto con música tiene que ser una belleza”. Pensé y le dije: “Bueno”, así es que cogí la guitarra.

¿Y ahora qué hacía? El Potolo estaba dándole al chupe* y era muy difícil concentrarse con la bulla de la gente, pero como ya le acepté, bajé unas gradas con luz que había al fondo, agarrado la guitarra y el libro. Me demoré cerca de una hora y, cuando ya estuvo, regresé y encontré a mi compañero Valencia medio dormido en un sillón.

Total que le levanto y le digo: “Primero oíme cantar”. No le gustó y me dice: “Pero vos le has puesto un ritmo cadencioso“. Le digo: “No, porque la música tiene que estar de acuerdo al sentido de la letra”. “No, me dice, ponéle ritmo de albazo”. Le dije que no, porque el ritmo de danzante es telúrico. No acepto que le cambies.

Y como él siempre decía que es hincha del Aucas y que nunca pierden, cuando mucho empatan, le dije que yo era de la Liga y que ahora sí él iba a perder, ni siquiera a empatar. Así que le fui obligando y, como tenía buen oído, aprendió rápido.

Ensayamos para hacer el dúo y cuando cantamos la gente se emocionó tanto que se han pasado cantando hasta las seis de la mañana. Yo me salí como a las dos, porque como no chupaba... Ahí nació la Vasija de barro, que ahora es cantada en todo el mundo. Yo mismo no creía.
Parte II

Para que quede como documento, les pedí a los que escribieron que firmen y yo también dibujé un pentagrama y escribí los primeros compases. Entonces le dije a Valencia que firme también, como él estaba cantando...Y así quedó.
Incorporamos la canción al repertorio de las audiciones y seis años después, todavía nadie quería grabar esa pieza, ¿qué tal?

Así que fui donde Gustavo Müller de Discos Nacional a decirle: “Tengo una canción muy bonita”, y le canté la Vasija de barro. No me dio ni la hora. No llegué ni a la segunda parte porque me dio coraje. “No, no”, me dice, “eso no es comercial, eso no se va a vender”. ¡Qué cosa más equivocada en que estaba! Hasta que ya no le quise ni oír y me salí. Pero me dije: “A este tengo que ganarle”.

Incluso el Potolo se resistía a cantar y me decía: “Más bien cantemos estotra canción porque esa ya está en desuso”. Ahí me daba iras. Me fui a mi casa -en la calle Imbabura, más arriba de la 24 de Mayo-, recorté un cartoncito y me puse a pintar una vasija de barro, le puse los pedacitos de hueso y le hice una portada de disco poniéndole Vasija de barro en letras grandes, porque hasta ese momento no tenía título la canción.
Volví para convencerle a Gustavo Müller. Fui con mi dibujito y cuando me recibe le digo: “Verá, le he traído este dibujo”, y me dice: “Bonito está. A ver, ¿cómo es la canción? Cántele porque no le oí bien”.

Le canté otra vez y pregunta: “¿Con qué instrumentos podemos grabar esto?". Le digo: “Con los mismos que tenemos”. “Entonces cite a ensayo a los músicos”. Así que reuní una orquesta de diez músicos. Al piano estaba Lucila Molestina de Pólit; en la flauta, Eduardo Di Donato; y dirigió la orquesta Manuel Espín (padre de Enrique Espín Yepez) y él mismo hizo los arreglos. Entonces hizo la grabación Gustavo Müller que sabía grabar muy bien y era profesor de sonido. Salió un disco con ocho temas y luego en un “estandar play”. Esto sucedió en 1956.

Cuando salió a la venta el disco, fui al almacén y oigo una bulla grande y cuando pregunto, me dicen que abrieron a las ocho de la mañana y a las once ya no había ni un disco. Se agotó el tiraje y estaban apuraditos en hacer una edición mayor. Así fue.

Esta canción se volvió representativa de la música ecuatoriana. Pero antes había otra canción: Guayaquil de mis amores; era lo que se conocía en el exterior, porque fue grabada el año 30 en Nueva York por el dúo Ecuador (Ibáñez-Safadi). Algunos piensan que esa fue la primera grabación ecuatoriana, pero el año 25 las hermanas Fierro ya habían grabado en Radio El Prado de Riobamba. El año 32 comenzó a grabar Carlota Jaramillo en Radio El Prado. En ese tiempo había también el dúo quiteño Páez-Villavicencio, hasta que apreció el dúo Benítez-Ortiz. Después vino el resto.

Comenzaron a aparecer “compositores” de la música de la Vasija de barro. Hasta hubo un señor de Riobamba, que había mandado una partitura diciendo que era su música. Lamentablemente para ellos, mandaron después de que apareció el disco. Cuando grabamos, el Gustavo Müller nos exigía poner autor de la música y pusimos Benítez-Valencia, pero esa música es hecha por mí solito y en la forma como les conté. Incluso los derechos de autor también le reconocieron al Potolo Valencia.

Ahora no tengo idea cuántas versiones habrá de la canción, pero, sin presunción de nada, le digo que esa música me salió bien y como dicen los chilenos, al tiro. Me parece una música muy adaptable para interpretación de solista, dúo, trío o coro.


Espero les haya gustado.
Aquí un resumen